domingo, 5 de marzo de 2023

MIGUEL ANGEL

 El 6 de marzo de 1474, bajo el signo de Piscis, signo de las formulaciones puras y de los impulsos creadores, nació Miguel Ángel Buonarrotti, mejor conocido con el simple nombre de Miguel Ángel. Nació en una ciudad italiana llamada Toscana y el mundo del arte lo proclama como una de sus más relevantes figuras porque ciertamente fue escultor extraordinario que avanzó con igual sensibilidad por los caminos de la pintura, la arquitectura y la poesía.

            Fue Miguel Ángel un artista de la época  renacentista que empezó a trajinar por tan hermosos caminos, tomado de la mano por Ghirlandajo y por Bertoldo, maestros de la pintura y la escultura de su época. Protegido por Lorenzo de Médicis y otros Papas, en especial por Alejandro VI y Julio II.

            Como escultor, a Miguel Ángel se le debe El Descendimiento, La Piedad, David, y el Sepulcro de los Médicis. Su obra el David fue tallada en un bloque de mármol de 7 metros. Entre sus principales obras pictóricas se destacan “El juicio final”, fresco de la Capilla Sixtina y la Conversión de San Pablo. En el fresco de la capilla Sixtina del Vaticano de Roma realizado en el techo para plasmar los diversos temas del Génesis y el Juicio Final., destaca el esfuerzo titánico del artista.

Como arquitecto, terminó la Iglesia de San Pedro y construyó la cúpula de la basílica vaticana, alarde de técnica arquitectónica, así como la iglesia Santa María de los Ángeles. La arquitectura la practicó ya anciano al igual que la poesía en su variedad de rimas, dedicada a su amor platónico de toda la vida, Victoria Colonia, marquesa de Pescara y figura entre las más bellas creaciones de la poesía italiana.

            El formidable artista renacentista murió en Roma a la edad de 89 años y de acuerdo con su voluntad, sus restos fueron sepultados en Florencia. A esa edad, triste y resignado, decía a un amigo: “Las manos de la muerte son eternas, y ya siento que me agarran por el manto”.  

 


sábado, 4 de marzo de 2023

EL HIPNOTISMO

 

  El 5 de marzo de 1815, falleció Francisco Antonio Mesmer, renombrado médico y químico vienés, precursor de varias investigaciones psíquicas modernas aplicables en la medicina

            Dice la biografía de este investigador alemán que ya en los albores de su doctorado hablaba de una fuerza misteriosa, una especie de fluido o éter, que actuaba en diversos modos en el hombre y los animales.

            Pero una vez radicado en Paris, donde su tesis adquiere fuerza y popularidad. Mesmer estudia el fenómeno de esas fuerzas ocultas en el hombre y los animales y le atribuye propiedades curativas. Son fuerzas magnéticas –afirmaba- cuya pérdida nos predispone a ciertas enfermedades. Formula diversos planteamientos científicos en torno a la cuestión y despierta tanto la curiosidad de las autoridades francesas, que éstas deciden investigar las actividades de Mesmer.

            Una comisión integrada por el famoso químico Lavoisier y el norteamericano Benjamín Franklin se propusieron investigar el mesmerismo y negaron rotundamente sus posibilidades curativas. “Todo esto es un fraude -dijo la comisión. Son meras Charlatanerías de Mesmer en aras de una popularidad incapaz  de lograr por otros medios más dignos”.

            Sin embargo, Mesmer no se desalentó por el juicio de la Comisión y continuó adelantando y profundizando sus experiencias hipnóticas hasta dejar antes de morir casi despejada la incógnita que más tarde completó el inglés  Jaime Braid.  Como los infatigables alquimistas de la edad media que buscando la transmutación de metales inferiores en oro establecieron la química, Mesmer motejado de charlatán, fue  precursor de la Psicoterapia, empleada en la medicina moderna.

El hipnotismo hacia el cual nos quiso orientar Mesmer para librarnos de ciertos males es usado en muchos casos clínicos. Se trata de un estado similar al sueño, durante el cual un individuo puede actuar y pensar casi como en la vigilia, sólo bajo las órdenes de la persona que hace de hipnotizador. (AF)


viernes, 3 de marzo de 2023

HERMANAS DE LA CARIDAD

El 4 de Marzo de 1633, fue iniciada la fundación de la congregación religiosa-católica denominada “Hermanas de la Caridad” con el noble propósito  de cuidar a los enfermos y amparar a huérfanos y ancianos.

            Su verdadero creador fue el sacerdote francés San Vicente de Paúl, quien consagró su vida al cuidado y protección de los desvalidos, consolidando instituciones como las Hermanas Vicentinas,  Lazaristas y otras.  En esa altruista tarea lo acompañó Santa Luisa de Marillac, a quien se debe la fundación del Hospital de Paris.

            La  congregación sostiene colegios en los que se imparten las enseñanzas primaria y secundaria  y  se  preocupa  igualmente  por  la  vida  piadosa  y  la  asistencia  benéfica   en

hospitales, hospicios y asilos.

            Cuando San Vicente de Paúl murió, la institución de las “Hermanas de la Caridad” contaba en Francia con más de 40 casas destinadas a la caridad, hoy en día se ve extendida por todo el mundo con más de 5000 albergues. Aquí mismo en Ciudad Bolívar, en la avenida San Vicente de Paúl, se halla un asilo dedicado al cuidado y protección de los ancianos, fundado por Monseñor Miguel Antonio Mejía.

            Asimismo existe extendida por el mundo una institución católica similar, inspirada posiblemente en las Hermanas de la Caridad, que se conoce con el nombre de las Hermanas de los Pobres, fundada también en Francia por el Abate Augusto Le Peilleur, en 1840 y reconocida por el Papa Pío IX catorce años después de haber sido fundada. La institución es una de las que cuenta con mayores simpatías.

                        San Vicente de Paúl murió en Paris el 27 de septiembre de 1660.  Fue canonizado en 1773 y nombrado patrón de las obras de caridad en 1885.  La Iglesia católica celebra todos los años sus fiestas el 27 de septiembre. (AF)

 


jueves, 2 de marzo de 2023

CONFERENCIA INTERAMERICANA

 

            El 3 de marzo de 1954, se reunió en Caracas, en el Aula Magna de la Ciudad Universitaria, la Décima Conferencia Interamericana, no obstante estar regido el país por una dictadura y haber las fuerzas clandestinas realizado internacionalmente un laborioso trabajo para que dicha conferencia no  se llevara a cabo en una sede como la de Venezuela aherrojada por la fuerza y maniatada en el libre ejercicio de sus derechos.

            483 delegados de veinte países de América concurrieron al Aula Magna de la Universidad Central de Venezuela para ventilar los más urgentes problemas económicos, políticos, sociales y culturales. Bien se recuerda la figura de aquellos días, proveniente de un país pequeño, que se atrevió con su  verbo encendido de pasión nacionalista, sentar a Mister Dulles en el banquillo de los acusados.

El doctor Guillermo Toriello, Ministro de Relaciones Exteriores de Guatemala,  y Presidente de la Delegación de su país, reafirmó la fe de la República de Guatemala y su entusiasmo por las doctrinas democráticas  que inspiraron la revolución de octubre de 1944. Negó que fuese su país satélite de la URSS ni de EE.UU.  “Somos –dijo- alérgico al servilismo”; pero, de todas formas, a los pocos días habría de caer su Gobierno.

            En aquella Conferencia interamericana de 1954 reunida en Caracas, se firmó un acuerdo de homenaje continental al príncipe de las letras don Andrés Bello y una resolución contra el comunismo que implícitamente era una condena contra el régimen guatematelco de Jacobo Arbenz Guzmán, connotado como tal.

            La Conferencia estuvo activa durante casi todo el mes de marzo y en el acto de clausura pronunciaron sendos discursos el doctor Aurelio Otañez de la Delegación de Venezuela y el doctor José Vicente Trujillo de la Delegación del Ecuador. (AF)

 


miércoles, 1 de marzo de 2023

GUERRA DE LAS NARANJAS

 

            El 2 de marzo de 1801, España declaró la Guerra a Portugal y esta contienda trascendió al mundo  con un nombre muy curioso: Guerra de las naranjas, muy amargas, por cierto, para los lusitanos que tuvieron que aceptar los requerimientos del rey Carlos IV.

            El nombre por el que se popularizó esta contienda, alude a los ramos de naranjo que los soldados españoles trajeron desde el frente de guerra a María Luisa de Parma,  esposa del rey  Carlos IV.

            La guerra de las naranjas tuvo como escenario la parte sur de Portugal, debido a la alianza mantenida con el emperador francés Napoleón I Bonaparte, derivada de los acuerdos vinculados al Tratado de San Ildefonso, firmado en octubre de 1800 y por el cual la república francesa y la monarquía española se comprometieron a prestarse ayuda militar en caso de que algunas de las dos partes entrasen en guerra con Inglaterra.

 La diplomacia española se había comprometido a conseguir que Portugal abandonara su tradicional amistad con Gran Bretaña, pero no tuvo éxito en lograr la ruptura de esa alianza, por lo que España le declaró la guerra al año siguiente y atacó su vecino por la frontera meridional.(AF)

            A Manuel Godoy, principal figura del gabinete del reino hispano, tocó comandar las tropas españolas que inmediatamente tomaron varias plazas fronterizas.  El regente portugués Juan VI, se apresuró entonces a negociar de modo que el 6 de junio de ese año, se suscribió un acuerdo en Badajoz  que puso fin al conflicto.

            Portugal se comprometió a cerrar sus puertos a los buques británicos y aceptó la soberanía española sobre Olivenza, perteneciente a la provincia de Badajoz en Extremadura.  Por su parte el rey Carlos IV garantizó la soberanía de los territorios portugueses ultramarinos. 

 


ROSSINI, GENIAL Y GLOTÓN

            Gioacchino Antonio Rossini, principal compositor italiano de comienzos del siglo veinte, como nació el 29 de febrero de 1792 que era año bisiesto, lo recordamos hoy primero de marzo de 2002, porque este año, por no ser bisiesto, sólo nos trae un febrero con 28 días.

Si nos apegáramos estrictamente a la fecha calendario, Rossini como los nacidos en año bisiesto, cumpliría cada cuatro años. Pero como esto iría contra la lógica de la edad estrictamente cronológica, se ha convenido tradicionalmente en convertir el primero de marzo, dentro del lapso bisiesto, en un 29 de febrero.

            Gioacchino (Joaquín) Antonio Rossini, nacido en Pesaro, Italia,  estudió en el conservatorio de Bolonia y allí compuso  “La cambiale de matrimonio”, su primera ópera. Contaba entonces 19 años apenas. A partir de allí compuso 36 óperas más, desde Demetrio y Polibio hasta Guillermo Tell.  Las primeras de ellas fueron interpretadas por la soprano española Isabel Colbran, quien terminó unida en matrimonio al notable compositor italiano.

La ópera que realmente lo hace famoso es “El Barbero de Sevilla”, escrita en Roma en 1816 y en la cual parodió el compositor hispano Barbieri con su zarzuela El Berberillo de lavapies que refleja el costumbrismo madrileño de la época.

Obra de Rossini que nunca falta en los repertorios de los grandes conciertos es “Semiramide”, compuesta en 1823 y la cual muestra el efecto típico del crescendo, el aumento de la intensidad de cada frase en su aparición.  Destacan igualmente “Stabat Mater” obra muy importante y difícil que escuchamos interpretar al tenor guayanés Eduardo Melgar y que el compositor venezolano Juan Manuel Olivares arregló a cuatro voces; La pequeña misa solemne, “Lítalia en Algeri, El turco in Italia y La Cenerentola.

Rossini dejó de componer en 1864, pero siguió figurando como una de las personalidades más relevantes del mundo operístico.  Falleció en Francia el 13 de noviembre de 1868. 


EL INVENTOR DEL ENSAYO

 

Miguel E. de Moantaigne, escritor francés, está considerado como el verdadero inventor del ensayo, un género literario que comenzó a cultivarse universalmente desde finales del siglo dieciséis por escritores emblemáticos como el británico  Francisco Bacon, los hispanos Miguel de Unamuno y José Ortega y Gaset,, los latinoamericanos Andrés Bello y Domingo Sarmiento; venezolanos como Mario Briceño Iragorri y guayaneses como Ramón Isidro Montes, Felipe Vargas Pizarro y entre los jóvenes de ahora, Carlos Yusti.

            El ensayo que es una composición que aborda cualquier tema desde un punto de vista personal, sin sujeción a método ni estilo, más bien informal, subjetivo,  se convirtió en género literario con ese nombre, acuñado por Montaigne a quien valoran como el primero en abordarlo o inventarlo aunque algunos críticos estiman que las obras de Cicerón, Sénecas y Plutarco son realmente prototipos del género.

            Montaigne nació en Francia, tal día como hoy, 28 de febrero de 1533, del seno de una familia de buena posición económica y social que le permitió estudiar y graduarse en leyes.  Heredó las propiedades de su familia, entre ellas, el castillo de su nombre donde transcurrió el resto de su vida entregado a las actividades propias de un hacendado, estudiando los autores clásicos y escribiendo sus Ensayos editados en varios tomos.

            Viajó por varios países de Europa y a su regreso a Francia lo eligieron alcalde de Burdeos.  La enciclopedia Encarta  dice que Montaigne destaca por su análisis de las instituciones, opiniones y costumbres, así como por su oposición a cualquier forma o dogmatismo carente de una base racional.  Observó la vida con escepticismo filosófico y puso de relieve las contradicciones e incoherencias inherentes a la naturaleza y la conducta humana.  Sin embargo, su moral tendía básicamente hacia el epicureísmo, revelando las actitudes propias de un humanista que rechaza la esclavitud de las pasiones y los deseos,