El 2 de marzo de 1801, España declaró la Guerra a Portugal y esta contienda trascendió al mundo con un nombre muy curioso: Guerra de las naranjas, muy amargas, por cierto, para los lusitanos que tuvieron que aceptar los requerimientos del rey Carlos IV.
El nombre por el que se popularizó esta contienda, alude a los ramos de naranjo
que los soldados españoles trajeron desde el frente de guerra a María Luisa de
Parma, esposa del rey Carlos IV.
La guerra de las naranjas tuvo como escenario la parte sur de Portugal, debido
a la alianza mantenida con el emperador francés Napoleón I Bonaparte, derivada
de los acuerdos vinculados al Tratado de San Ildefonso, firmado en octubre de
1800 y por el cual la república francesa y la monarquía española se
comprometieron a prestarse ayuda militar en caso de que algunas de las dos
partes entrasen en guerra con Inglaterra.
La diplomacia española se había comprometido a
conseguir que Portugal abandonara su tradicional amistad con Gran Bretaña, pero
no tuvo éxito en lograr la ruptura de esa alianza, por lo que España le declaró
la guerra al año siguiente y atacó su vecino por la frontera meridional.(AF)
A Manuel Godoy, principal figura del gabinete del reino hispano, tocó comandar
las tropas españolas que inmediatamente tomaron varias plazas
fronterizas. El regente portugués Juan VI, se apresuró entonces a
negociar de modo que el 6 de junio de ese año, se suscribió un acuerdo en
Badajoz que puso fin al conflicto.
Portugal se comprometió a cerrar sus puertos a los buques británicos y aceptó
la soberanía española sobre Olivenza, perteneciente a la provincia de Badajoz
en Extremadura. Por su parte el rey Carlos IV garantizó la soberanía de
los territorios portugueses ultramarinos.
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