Recordamos el 7 de marzo de 1964, la primera misa oficiada en Venezuela en lengua materna el castellano que vino a sustituir el clásico y tradicional latín.
La ofició Su Eminencia José Humberto Cardenal Quintero,
Arzobispo de Caracas, en la catedral metropolitana. De acuerdo con
las resoluciones del Concilio Ecuménico, tiene por finalidad hacer la liturgia
más sencilla y más fácil de entender con el uso correspondiente a la lengua de
cada país.
El Papa Paulo VI ordenó que las reformas decretadas por el
Concilio entraran en vigor el primer domingo de la Cuaresma del año 1964 que
cayó un siete de marzo. En esa misma fecha, su Santidad el Papa celebró en Roma
la primera misa en lengua italiana.
La misa se compone de varias partes, siendo las más
importantes la liturgia y la eucaristía, durante la cual se realiza la
comunión. Dentro de esta estructura ocurren variantes, por ejemplo,
en la utilización de la música, la pompa y otros métodos con el propósito de
hacer el servicio más apropiado a cada oportunidad.
Este potencial para la variación está ilustrado de forma
gráfica en la historia de la misa y en las diferencias que existen hoy entre el
rito romano y el oriental. Los cambios más radicales realizados en el
rito romano fueron los que instituyó el Concilio Vaticano II el 4 de octubre de
1963 y los cuales buscaban extirpar las complejidades litúrgicas de la misa que
oscurecían su objetivo y estructura general.
Pero de todas las novedades del Concilio ninguna fue más
espectacular que la traducción de la liturgia y de los ritos de la Iglesia del
latín original a las lenguas vernáculas modernas.
La reforma litúrgica del Concilio Vaticano II modificó entre
otros, el sacramento de la penitencia, restándole importancia respecto a la
confesión de una detallada lista de pecados para subrayar la naturaleza del
perdón divino obtenido a través del sacramento (AF)
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