Contra la humanidad reinante de Alejandro Segundo, Emperador de Rusia, se perpetraron muchos atentados terroristas, pero ninguno llegó a ser tan certero y fatal como el que acabó definitivamente con su reinado, el 13 de marzo de 1881.
Los nihilistas, absorbidos más tarde por el partido comunista
ruso, que combatían en el poder de los zares a favor de una doctrina imposible
como es la negar el valor de los idealistas políticos, religiosos y sociales,
cometieron aquel acto de terror que pulverizó la vida del hijo de Nicolás
Primero. Pero en vano porque jamás pudieron llegar al poder. Por el asesinato
de su padre ascendió el hijo que también se llamó Alejandro.
Alejandro II había ascendido al trono cuando contaba 37 años.
La muerte del zar Nicolás I, precipitada por los graves reveses sufridos en la
Guerra de Crimea, le dio tan real oportunidad que aprovechó para terminar de
una vez con la guerra que había comenzado su padre, a través de un tratado que
suscribió en París.
Durante su reinado, este emperador ruso realizó importantes
reformas de tipo administrativo y militar. Su decreto más importante es el que
otorga la libertad a la servidumbre, es decir, a 23 millones de siervos.
Asimismo prohibió el castigo corporal, estableció gobiernos autonómicos, inició
la reforma judicial, modificó el sistema de enseñanza e implantó el servicio
militar sin discriminación.
Durante su gobierno mejoró notablemente la organización
policial y culminaron con éxito las operaciones militares realizadas en
Asia Central y en la guerra contra Turquía.
Las posesiones rusas en Norteamérica que actualmente
constituyen el estado de Alaska, se vendieron a Estados Unidos en 1867.
Alejandro II fue asesinado por un miembro del grupo
revolucionario que se autodenominaba “la voluntad del pueblo” que arrojó una
bomba al interior de su carruaje. /AF)
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