lunes, 8 de abril de 2024

ASESINATO DE TOMÁS DE HERES

El 9 de abril se conmemora el aniversario de la trágica muerte del General Tomás de Heres, hijo guayanés y prócer de la independencia sur-americana. Había nacido en la ciudad de Angostura en septiembre de fines del siglo dieciocho. Su padre Don José de Heres fue uno de los Gobernadores de Guayana durante la Colonia y su madre se llamó Doña María Josefa de Rivero. El General Tomás de Heres fue al igual que su coterráneo José Asunción Farreras, prócer de la independencia sudamericana. Su cultura y su inteligencia lo definieron siempre en la guerra de independencia como excelente táctico y estratega y en la vida pública como servidor de incomparables méritos. En 1820 lucho al lado del General José de San Martín, el arquetipo de la argentinidad. Más luego fue gobernador de la Provincia de Cuenca en el Ecuador; Jefe del Estado Mayor General Libertador; Secretario General de Bolívar; Ministro de Guerra y Marina y Ministro de Estado en el Departamento de Gobiernos Exteriores del Perú; Encargo de Negocios de las Repúblicas de Colombia en Chile; Segundo Jefe del Ejército del Sur al mando de Sucre; Diputado por Guayana al Congreso celebrado en Colombia en 1830; Presidente de la Asamblea legislativa de la Provincia de Guayana en 1831 y Senado por a misma del 33 al 34; Jefe de Operaciones del Orinoco y Comandante de Armas de Guayana. Estos son los hitos de su larga y espinosa carrera de 23 años, por su patria chica y por ese pedazo de América libertada por Bolívar. Desgraciadamente el soplo de su vida fue mal disipado el fatal día que cayó de rodillas y con el rostro vuelto al regazo de Monseñor Talavera con quien tertuliaba. Así termino la vida del prócer. A la memoria del héroe es escaso el tributo rendido, si acaso un busto frente al Fuerte Cayaurima y una escuela, cuya algaraza vigila penitente la estatua de Bolívar. TOMÁS DE HERES: UNA MUERTE POR ENCARGO La del General Tomas de Heres fue virtualmente una muerte por encargo, De quien o quienes? Nunca las autoridades judiciales ni civiles lo esclarecieron El Juez Antonio Ezeiza interesado en el caso dado los lazos de amistad que lo ligaban a la familia Heres Rodil, fracaso al no encontrar pruebas fehacientes que incriminaran a los sospechados, ni siquiera a los responsables de un articulo apare­cido días antes en el semanario de la Sociedad Filantrópica en el cual se vaticinaba su caída. El artículo se refería, a manera de respuesta, a lo dicho por Heres en una reunión ocurrida en la casa de Tomas de Armas el 27 de marzo, según el cual sus partidarios tenían que trabajar constantemen­te en la liquidación de la Sociedad Filantrópica para evitar que "los forasteros se apoderen del mando en Guayana" También se especuló y pesquiso sin resultados probatorios sobre la presunta autoría intelectual de quienes heredaron los bienes de Mag­dalena Guerra de Natera a través de un testamento denunciado como apócrifo y en cuya sentencia de nulidad, declarada en primera instancia por un Tribunal, habría influenciado Heres. No obstante esta sentencia quedo definitivamente revocada en instancia superior. Lo cierto es que de la autoría material e intelectual del crimen nada se pudo indagar con fundamentos. Sin embargo en 1853, por actuarios de las autoridades de San Fernando que conocían de varias de­nuncias de abigeato, aparece como indiciado un tal Antonio López, quien había sido en 1842 cabo de la guarnición de Ciudad Bolivar. A este señor se le incriminaba también haber sido el autor del atentado contra el General Tomas de Heres. A fin de profundizar sobre los hechos denunciados, las autori­dades de San Fernando, ordenaron la captura e informaron al Juez de Ciudad Bolivar, Manuel Silvestre Díaz, quien acompañado del oficial Francisco Ferian y 15 soldados de la guarnición, viajo a cumplir la diligencia en La Urbana, lugar donde residía Antonio López, pero este al verse intimado burlo la acción de captura y se internó en la selva del Alto Meta de donde nunca mas se supo de el. Fatal alternativa para un cambio político Los dueños de los medios de producción y comercio, por regla gene­ral, tienden de alguna manera a influenciar o ejercer control de la cosa pública en función de sus intereses y cuando ello les resulta difícil, estimulan o lid erizan la oposición hasta alcanzar su objetivo. Desde su llegada a Angostura, luego de concluida la campana del Sur, el prócer Tomas de Heres, al igual que en provincias distintas otros de la guerra de Independencia, se erigió, bajo la protección del Poder central, en caudillo de la provincia de Guayana, ocupando cuando no la Comandancia de Armas, la Gobernación o, en todo caso, soste­niendo en esos cargos a gente de su influencia. Heres resulto un gobernante austero. Inflexible, apegado a una ley, muy poco avenida a las características del comercio provincial. Ello, por supuesto, resulto intolerable para los intereses de la economía regional que tenia como eje a la poderosa casa mercantil del inmi­grante serones Juan Bautista Dalla Costa, instalado en Angostura des­de los mismos tiempos postrimeros de la Colonia, pero que ostentaba el haber prestado importantes servicios a Bolivar y a la cau­sa republicana. Para 1842 cuando ocurrio el atentado que segó su vida, Heres lleva­ba 12 años en el Poder y no había manera de avenirlo o sustituirlo, pese a que Dalla-Costa había organizado una implacable oposición a través de la "Sociedad Filantrópica" y contaba en la altura del poder central con el virtual apoyo de Carlos Soublette, her­mano de su esposa Soledad Soublette Aristeguieta. Era que los galones del procerato pesaban demasiado a la hora de una decisión y los Go­biernos procuraban a favor de la estabilidad mantener contento los caudillos militares. La única salida parecía ser la muerte natural o trágica. Y por la salida trágica salio Heres mediante atentado alevoso cu­yos hilos guardaron muy bien los grandes intereses económico ­políticos como lo evidencia la más elemental disección. Simón García, un militar conservador, a través de un manuscrito fechado en San Fernando de Apure en 1858, ayuda a poner en claro algunos aspectos del atentado contra Heres, cuando señala ' con precisión los nombres de los autores materiales y del dinero que reci­bieron por llevar a cabo su crimen. Se desprende del manuscrito que el atentado tuvo su origen en una conspiración civil que utilizo a un capitán (Eliseo López) y a un cabo de la guarnición (Antonio López), los cuales recibieron cada uno 3000 pesos con los cuales iniciaron una nueva vida, uno en el Cuchivero donde fue asesinado, y el otro en el Alto Orinoco, tragado por la selva. Simón García, quien comando tropas del gobierno contra sublevaciones en el interior de Guayana en tiempos de la Guerra Fede­ral, menciona asimismo nombres de gente de la Sociedad Filantrópica, solo que señala como móvil lo del testamento de la señora Magdale­na de Natera ¿acaso como pretexto para desviar la atención de los verdaderos móviles del atentado?' Lo inexplicable es que el hijo ho­mologo de Juan Bautista Dalla Costa, siendo Gobernador de la pro­vincia en 1861, haya perdonado a García cuando este fue depuesto de su cargo por el Gobernante anterior, Florentino Grillet, responsabilizado de la muerte de varios revolucionarios capturados en Las Bonitas. Lo cierto es que la muerte de Heres permitió el acceso de la Socie­dad Filantrópica al poder a través de las elecciones de 1846 ganadas por Francisco Avendaño, un cumanés prócer de la independencia recomendado por el Presidente Soublette y a quien después llamo, antes de Alegar al final del periodo de su mandato (1843-1846), para nombrarlo Ministro de Guerra y Marina. A partir de allí fue mas libre y alternativo el juego político, gente de uno y otro bando se alternaban en el Poder y el proceso democrático se acentuó cuando triunfante la Guerra Federal, la provincia de Guayana se transformó en Estado Soberano. Juan Bautista Dalla Costa hijo, quien se había educado y formado en los mejores colegios europeos, ejerció durante cinco años la presidencia del Estado Soberano de Guayana y se desta­co como un gobernante de progreso y visión futurista. Heres en el Panteón Nacional Los restos de Heres que se hallaban en bóveda prestada, fueron exhumados e inhumados en la Catedral, igualmente los del prócer José Tomas Machado, quien había fallecido el 30 de enero de 1862. El 16 de noviembre de 1942, a los cien años del atentado, los restos del general Tomas de Heres volvieron a exhumarse y esta vez para rendirle los honores del Panteón Nacional. El testimonio del lugar donde se encontraban los restos, lo dio el albañil Pedro Calderón, quien en 1895 le puso a la Catedral el piso de mosaico. También fueron exhumados los restos del capitán de navíos José Tomas Machado. Se hallaban dichos restos inhumados en fosas hechas de adobes y mezcla mulata (cal, arena y tierra) piso de ladri­llo. Actuaron en la ceremonia de exhumación el juez Francisco D' Enjoy Ravago, el Presidente del Estado coronel Carlos Meyer y los familiares del prócer Clara Rodil de Machado, Gabriel Rodil de Ortiz, Rosalía Ortiz de Jara y Mercedes Rodil de Astor, así como el Dean de la Cate­dral Dámaso Cardozo. Los restos de ambos próceres fueron trasladados a Caracas el 24 de noviembre y el Ejecutivo del Estado comisiono para su entrega al doc­tor José Gabriel Machado, quien pronuncio el discurso de orden en la ceremonia de la Catedral y al Pbro. J. M. Guevara Carrera. (AF)

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