JOHN DEWEY
Y LA EDUCACIÓN
PROGRESIVA
l° de junio
de 1952. John Dewey murió en Norteamérica, su tierra natal, el primero de junio
de 1952, a la edad de 93 años. Lo recordamos hoy, en el día aniversario de su
muerte, porque está señalado como una de las inteligencias conspicuas de su país en el campo de la pedagogía.
Exacto es que la educación norteamericana ha
sido modelada por las manos de una larga lista de pedagogos, pero en ella
sobresale con brillo muy particular el filósofo, ensayista y pedagogo John
Dewey. Su figura, si no más elevada, al menos debe equipararse a la de Horace
Mann, abogado de Nueva Inglaterra, convertido en educador y quien trazó algunos
de los principales conceptos que constituye el fundamento de las escuelas y la
enseñanza en los Estados Unidos de América.
Dewey, en sus
estudios y reflexiones sobre los problemas de la educación y la democracia,
sostiene que en la experiencia se halla la base de nuestro pensamiento y acción y enseña que la democracia es una
forma de vida antes que un sistema político, y que la educación debe tender a
desarrollar la personalidad y el espíritu de cooperación, base de la vida
democrática. Afirma que el proceso educativo es de crecimiento continuo y en
uno de sus libros traducidos a muchos idiomas, dice: “la vida de los niños, la de los adolescentes y la de los adultos se
encuentra en el mismo nivel educativo, ya que lo que se pretende realmente en
todas y cada una de las etapas de la experiencia constituye lo valioso de esa
experiencia, pues la principal razón de la vida es en todo momento lograr que
los que viven contribuyan al enriquecimiento del significado perceptible de la
vida misma (…) El gobierno, el comercio, las artes, la religión y todas las
demás instituciones sociales tienen un significado, un propósito. Su fin es
liberar y desarrollar la capacidad de los seres humanos, sin distinción de
raza, sexo, clase social o situación económica. Y esto equivale a decir que la
prueba del valor de esas instituciones es el grado en que educan a cada individuo,
hasta permitirle alcanzar el máximo de responsabilidad.
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