Libro virtual dedicado a relevar el suceso universal más importante del día señalado
viernes, 9 de junio de 2023
VELÁSQUEZ, EL GRAN PINTOR DEL SIGLO XVII
6 de junio de 1599. Agoniza el siglo dieciseis cuando Juan Rodríguez de Silva y Jerónima Velásquez, dieron al mundo un virtuoso de la pintura. La ciudad de Sevilla no pudo conmoverse por aquel nacimiento desapercibido. Quizás, si para la época hubiera existido aquellos magos y profetas que anunciaron el advenimiento del Mesías, la hermosa ciudad española habría vibrado de gozo por el nacimiento de Diego de Silva Velásquez porque los videntes hubieran anunciado la llegada de un artista cuyas obras impresionarían a la humanidad.
Obras pictóricas al natural, reales, superiores al retrato, imágenes atrapadas fielmente, con toda su vibración espiritual, son las de este Maestro de la pintura universal. Los Borrachos, o el Triunfo de Baco, el Retrato del Papa Inocencio X, La Venus del Espejo, Las Hilanderas, Las Meninas, son entidades visuales puras en que al decir de Ortega y Gasset, advertimos “que las cosas están ahí, que surgen, sorpréndenos con aire espectral en el ámbito misterioso, indiferente al bien y al mal, a la verdad y fealdad, que es la existencia”.
Velásquez nació el 6 de junio de 1599 en la ciudad de Sevilla y murió en Madrid a la edad de 61 años. Casi toda su vida trascurrió en la madre patria. Apenas viajó dos veces a Italia estimulado por el gran pintor flamenco Pedro Pablo. Durante su doble visita conoció y estudió los grandes tesoros artísticos de ese país lo que le valió para imprimirle mayor delicadeza y jugosidad a sus lienzos. Unas de las últimas obras del pintor fue Las Meninas, o la familia de Felipe IV, considerada la obra cumbre española de todos los tiempos y la que, según Luca Giordano, constituye “la teología de la pintura”. En ella Velásquez consigue su más supremo anhelo: retratar la luz y plasmar la vida misma. La obra de este luminoso pintor español fue completa, perfectamente acabada y a pesar de los siglos trascurridos, nada ni nadie ha podido opacarla. Velásquez brilla en el firmamento del arte, con luz propia, inconfundible.
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