miércoles, 7 de septiembre de 2016

FRANCISCO DE QUEVEDO

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            El 8 de septiembre de 1645 falleció Francisco de Quevedo, una de las figuras más importantes del barroco español. Falleció amargado y acabado después de haber sido encarcelado por sus duras diatribas contra el conde-duque de Olivares, personajes que dirigió la política de la Monarquía Hispánica durante 20 años del reinado de Felipe IV.
            Escribió profusamente, tanto en prosa como en poesía y su trascendencia responde al mismo brillo de sus obras burlescas y satíricas, consideras como las más populares de la literatura española y entre las cuales destacan  La vida del Buscón, que es una novela picaresca; Los Sueños, cinco piezas cortas conceptistas; Política de Dios y gobierno de Cristo, morales y políticas; Tiranía de Satanás,  en la que traza la imagen ideal del gobernante siguiendo los Evangelios, y Marco Bruto, glosa, en la que muestra los premios y los castigos que la liviandad del pueblo dio a un buen tirano —Julio César— y a un mal leal —Bruto.
            De su obra poética se conserva de Quevedo un millar de poemas.  Se publicaron después de su muerte en dos volúmenes Parnaso español y Las tres musas que conforman un conjunto monumental de poesía metafísica, amorosa, satírica, religiosa y moral.
Sus primeros poemas fueron letrillas burlescas y satíricas como “Poderoso caballero /es don Dinero”,  género cultivado con gran brillantez durante toda su vida, y el más conocido y popular. Criticó con mordacidad atroz los vicios, locuras y debilidades de la humanidad y zahirió de una manera cruel a sus enemigos, como en el conocido soneto, “Érase un hombre a una nariz pegado”. En su poesía amorosa, Quevedo vio una posibilidad de explorar el amor como lo que da sentido a la vida y al mundo. El tema de la muerte y de la brevedad de la vida son una constante en su poesía metafísica en la que  aparece el estoicismo para aceptar la angustia que provoca el Tiempo que todo lo destruye: Ayer se fue, mañana no ha llegado  / hoy se está yendo sin parar un punto / Soy un fue y un será y un es cansado.

martes, 6 de septiembre de 2016

DIA NACIONAL DEL BRASIL



            El 7 de septiembre de 1822, bajo la mirada augusta de su Regente, el Príncipe Pedro, hijo del rey Juan VI de Portugal, quien se hallaba ausente, Brasil proclamó al mundo su derecho a ser libre e independiente.
            La revolución francesa y la liderada por Bolívar en Venezuela y Colombia inspiraron y dieron calor a los brasileños para formular pronunciamientos ardorosos en aras de la libertad e independencia territorial.
            El Príncipe Pedro que simpatizaba con ese sentimiento de los brasileños y seguía  los consejos del notable político y escritor, José Bonifacio Andrade y Silva,  rompió con las Cortes de Portugal y declaró la independencia del Brasil en la Colina de Ipiranga (Sao Paulo).
            Inmediatamente Don Pedro fue proclamado Emperador  y su reinado se mantuvo hasta 1831 que abdicó a favor de su hijo, quien fue declarado diez años más tarde emperador del Brasil con el nombre de Pedro Segundo.
            Pedro II reinó durante cincuenta años y su mandato resultó muy provechoso para la economía del país, toda vez que patrocinó numerosas expediciones con el fin de lograr fuentes de riquezas.  Abolió en parte la esclavitud, favoreció la inmigración y el advenimiento de la República, en 1889 y en definitiva,  reinó en forma justa, afirmando las bases de la futura grandeza brasilera.
            Brasil es el cuarto territorio más extenso del mundo situado en la parte orienta del Continente Americano.  Cubre casi la mitad de Sur América y tiene una población de 200 millones de habitantes aproximadamene.  De este inmenso país dijo el escritor Stefan Zweig: “gracias a su virginidad y amplitud, significa para nuestro mundo apremiado, en parte ya cansado y agotado, una de las mayores esperanzas y, tal vez, la esperanza más justificada de nuestra actualidad”.

lunes, 5 de septiembre de 2016

EVITA PERON

          
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            Argentina recibió el cadáver de Evita Perón luego de un periplo por Italia y España, a donde lo condujo un gobierno temeroso de quienes seguían con sentimiento casi rayano en el fanatismo a esta mujer considerada la más sobresaliente del siglo veinte.
            María Eva Duarte de Perón, nacida en Los Toldos de Buenos Aires, falleció allí mismo en 1952, víctima de cáncer e iniciando Perón su segundo mandato.  Derribado su esposo del Poder, los restos de Evita fueron secuestrados por el gobierno militar de turno que dispuso su  trasladado a Italia y más tarde a Madrid, lo que contribuyó a que la figura de esta actriz transformada en fogosa conductora política, creciera aún más en el alma popular argentina.
            En 1975, María Estela Martínez de Perón, la tercera esposa de Juan Domingo y entonces presidenta de Argentina, hizo trasladar los restos de Evita nuevamente a su país,  hecho afortunado, pero ampliamente criticado por los sindicalistas peronistas al considerarlo una maniobra política.
            Evita inició su carrera artística a los 15 años de edad. Conoció a Perón en 1944, cuando era una conocida actriz de radionovelas, y se casó con él en 1945. Eva buscó apoyo para su marido durante la campaña presidencial, logrando con ello una gran popularidad personal. Tras la investidura presidencial de Juan Domingo Perón (1946), comenzó a desempeñar un papel muy activo en el gobierno, convirtiéndose en su enlace con los sindicatos, creando la Fundación de Ayuda Social y organizando la rama femenina del partido peronista. En 1949, Evita ya era la segunda figura más influyente de Argentina y la más querida por los descamisados como se llamaba entonces la clase obrera.


            En 1951 trató de alcanzar la vicepresidencia, apoyada por la Confederación General del Trabajo (CGT), pero el ejército la obligó a retirar su candidatura.  Antes de morir escribió un libro: “La razón de mi vida” y su mítica figura dio mucho que hablar a la prensa internacional e interesó a intelectuales como  Tomás Eloy Martínez, quien escribió la novela “Santa Evita”, a artistas musicales como Andrew Lloid Webber y a directores de cine como Alan Parker, quien rodó el filme Evita protagonizada por  la cantante pop norteamericana Madonna.

domingo, 4 de septiembre de 2016

MOSCÚ BAJO LAS LLAMAS

            El 4 de septiembre de 1812, los rusos incendiaron a Moscú por los cuatro costados para resistir desesperadamente de  esa manera contra las invasoras fuerzas de Napoleón Bonaparte, empeñado como Julio César sobre las Galias,  en ser dueño del continente euro-asiático.
            El incumplimiento por parte del Zar Alejandro de disposiciones del sistema continental, por el cual se pretendía el aislamiento económico de la Gran Bretaña, obligó a Napoleón movilizar sus tropas y marchar sobre Rusia.
            Fue en el año 1812, al frente de 600 mil hombres, cuando Napoleón decidió hacer entrar en su razón al Zar Alejandro mediante la fuerza de sus armas ya fogueadas en victoriosas batallas.  Estratégico error del Emperador.  Los rusos no presentaron batalla, sino que se fueron retirando de los frentes al mismo tiempo que incendiaban poblados y cosechas, hasta que al fin decidieron combatir en Borodino, a orillas del río Moscova, donde fueron derrotados por el poderoso ejército francés.
            Napoleón hizo su entrada en Moscú, pero la ciudad ardió por los cuatro costados.  El Zar Alejandro no se dio por vencido y una vez incendiada la ciudad, desencadenó ataques de guerrillas que unidos al hambre y al frío, acabaron con las altivas huestes imperiales.  300 mil soldados del ejército de Napoleón perecieron entre la nieve cuando tocaron retirada.  La campaña de 1812 marcó el comienzo del fin del gran dominio francés.
            De este formidable hecho que registra la historia universal, existe una composición musical de Tchaikovsky, titulada “Obertura de 1812”, ejecutada después de la consagración de la Catedral de Redentor, del Kremlin, erigida en acción de gracias por la victoria rusa sobre Napoleón, 68 años antes.
GUERRA CHINA CONTRA EL OPIO
            El 5 de septiembre de 1839 comenzó la guerra contra el opio planteada por las fuerzas chinas en un intento por contener la corrupción física y moral del país a causa de esa droga para entonces objeto de un muy lucrativo contrabando.
            El contrabando lo realizaban comerciantes de la Gran Bretaña con el opio procedente de las posesiones británicas en la India y el Sureste asiático.  La guerra comenzó cuando las autoridades chinas destruyeron un cargamento de la terrible droga en Cantón.
            Los británicos respondieron a esta acción china enviando una expedición de buques de guerra  en febrero de 1840, con los cuales obtuvieron una rápida victoria tras la que se firmó el Tratado de Nanking, por el cual China accedió a los intereses comerciales foráneos a cambio de frenar o evitar un contrabando excesivamente perjudicial para la población.
         Sin embargo, en octubre de 1856, la policía de Cantón abordó el navío Arrow y acusó a su tripulación de reincidir favoreciendo el tráfico de la droga maldita. Los británicos, que ansiaban conseguir mayores derechos comerciales, utilizaron este incidente para lanzar otra ofensiva con la que se inició la segunda guerra del Opio. Las fuerzas británicas ayudadas por las francesas no tardaron en lograr un nuevo triunfo militar en 1857.
 En 1860, después que las tropas británicas y francesas ocuparan Pekín e incendiaran el Palacio de Verano, las autoridades chinas accedieron a aceptar un nuevo acuerdo.  En definitiva, los chinos terminaron perdiendo las llamadas guerras del Opio y fueron obligados a abrir otros puertos, ceder Hong Kong a los británicos y la provincia de Amur a Rusia, aceptar la igualdad de trato con todas las potencias occidentales y garantizar otras concesiones diplomáticas y comerciales. Aunque todavía seguía conservando su independencia, China, inexcusablemente,  había sido humillada.

sábado, 3 de septiembre de 2016

TEOLOGÍA DE LA LIBERACION

Resultado de imagen para teología de la liberaciónGustavo Gutiérraz
            El 3 de septiembre de 1984, el Vaticano dio a conocer un documento de condena a la Teología de la Liberación, convencido de los inconvenientes que traería a la religión católica, la utilización del método de análisis y de perspectivas marxistas en la interpretación de la realidad estructural de la pobreza.
            En efecto, al tratar algunos teólogos católicos y protestantes de encontrar las causas de la creciente pobreza estructural y destructiva  y considerar la forma en que la fe cristiana se ha utilizado para legitimar estas condiciones de opresión, se plantearon varias interrogantes, entre ellas la más importante, ¿qué se puede hacer al respecto? Pues bien, emplearon una metodología de interpretación que tomaba en cuenta la penetración socio-analítica marxista y la crítica de Marx al papel de la religión en la sociedad, lo cual no se avenía con la filosofía de la Iglesia.
            Desde la publicación de este documento pontificio de condena, fue enervándose la fuerza que venía tomando el movimiento de la Teología de la liberación, fundamentalmente en Latinoamérica en donde se asocian los nombres de Gustavo Gutiérrez, Rubén Álvez, Hugo Assman y Leonardo Boff, entre otros de las décadas de 1960 y 1970.
            A raíz de la discusión, la Santa Sede sentenció al padre brasileño Leonardo Boff  a un año de silencio por un escrito basado en la Teología de la liberación.  Boff acató la sentencia, pero poco después el Papa envió un mensaje a los obispos del Brasil en el que conviene tras una larga reflexión que la Teología de la liberación es oportuna, útil  y necesaria.  Con este mensaje se le dio luz verde y se le reconoció plenamente su papel frente a la realidad socio-económica del continente.
            Lo cierto es que la Teoría de la liberación no es nada nuevo. Según Monseñor Samuel Pinto Gómez, está en el Capítulo III del Profeta Isaías y reconoce que hay aspectos del Evangelio que coincide con el marxismo, lo que ocurre es que no deben generalizarse esas coincidencias, porque la Iglesia es radicalmente espiritualista y nada tiene que ver con el materialismo que es temporal e intrascendente.

viernes, 2 de septiembre de 2016

LA RENDICIÓN DE JAPÓN

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            El lanzamiento de las bombas atómicas sobre las ciudades de Hiroshima y Nagasaki, terminaron de debilitar al imperio de Hiro-Hito obligando a éste aceptar la rendición incondicional impuesta por las fuerzas aliadas de la II Guerra Mundial.
            La rendición formal se firmó a bordo del acorazado estadounidense Missouri, en la bahía de Tokio, el 2 de septiembre de 1945 y sobre la marcha, loa Aliados confiaron a  Estados Unidos la responsabilidad de mantener tropas de ocupación en las islas japonesas conquistadas y bajo rendición
            Así fue como Japón quedó despojado de su imperio. Mongolia interior, Dongbei Pingyuan (Manchuria), Taiwan y Hainan fueron devueltas a China.  La URSS, retuvo las islas Kuriles y Karafuto que invadió luego del lanzamiento de las bombas atómicas, y el control de Mongolia Exterior; Port Arthur y el Ferrocarril de Dongbei Pingyuan (Manchuria) del Sur se colocaron bajo el control conjunto de la URSS y China. Estados Unidos, bajo el fideicomiso de las Organización de las Naciones Unidas (ONU), ocupó todas las islas que habían sido antiguos mandatos japoneses del Pacífico Sur.
Douglas MacArthur fue nombrado comandante supremo de las tropas que ocupaban Japón. Representantes de China, la URSS y Gran Bretaña formaron el Consejo Aliado para Japón, con sede en Tokio, para asistir a MacArthur. De las cuestiones exteriores de la política de ocupación se pasó a ocupar la Comisión del Lejano Oriente, con sede en la ciudad de Washington, representada por Estados Unidos, Gran Bretaña, la Unión Soviética, Australia, Canadá, China, Francia, la India, los Países Bajos, Nueva Zelanda y Filipinas. Un cierto número de antiguos dirigentes japoneses fueron juzgados por crímenes de guerra y se estableció que los objetivos de la política de ocupación eran, básicamente, la democratización del gobierno japonés y el restablecimiento de una economía industrial de tiempo de paz.

EL LICURGO VENEZOLANO

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            Hubo dos Licurgos.  El de Esparta, jurista y legislador y el de Atenas, político y orador.   El viajero francés Francois Depons, quien lo trató en Caracas en 1801 y 1804,  llamó a Miguel José Sanz “El Licurgo de Venezuela”.  ¿Al cual de los dos se refería?  Seguramente que al de Atenas, porque si bien Sanz era experto en leyes y llegó a ser Relator de la Real Audiencia, Secretario del Congreso de 1811 y Presidente de la Cámara Provincial, no fue propiamente un legislador. 
Sanz, ideólogo de la Independencia, fue fundamentalmente  jurista, político y periodista.  Estudió leyes en la Universidad Central y luego de recibir el título,  ejerció la abogacía en Caracas a pesar de haber venido de Valencia, donde nació el primero de septiembre de 1756.
Su vocación de periodista  se evidenció cuando convenció al Colegio de Abogados para tramitar la introducción de la imprenta en Venezuela, aspiración que se quedó en veremos no obstante todo cuanto se avanzó en esa dirección.  No fue posible que tuviéramos la prensa sino en 1808 por otras vías, la misma donde se editó la Gaceta de Caracas y que después del 19 de abril de 1810 le sirvió tanto a Miguel José Sanz como a José domingo Díaz para publicar el Semanario de Caracas.
El Semanario de Caracas fue un semanario político al servicio de la causa republicana, pero de vida efímera, apenas treinta números, pues era muy fuerte la presión de quienes veían afectados sus intereses por los artículos de Sanz
Como periodista de manifiestas ideas políticas, presintió el grave peligro  que amenazaba a la República, se adelantó proféticamente a la capitulación de Miranda y a la subsiguiente represión realista  de la que al final fue víctima el propio Sanz,  pasado por lar armas en Maturín, luego de la derrota del General José Félix  Ribas, a quien servía como Consejero de Guerra.