El 7 de septiembre de 1822, bajo la mirada augusta de su Regente, el Príncipe Pedro, hijo del rey Juan VI de Portugal, quien se hallaba ausente, Brasil proclamó al mundo su derecho a ser libre e independiente.
La revolución francesa y la liderada por Bolívar en Venezuela y Colombia inspiraron y dieron calor a los brasileños para formular pronunciamientos ardorosos en aras de la libertad e independencia territorial.
El Príncipe Pedro que simpatizaba con ese sentimiento de los brasileños y seguía los consejos del notable político y escritor, José Bonifacio Andrade y Silva, rompió con las Cortes de Portugal y declaró la independencia del Brasil en la Colina de Ipiranga (Sao Paulo).
Inmediatamente Don Pedro fue proclamado Emperador y su reinado se mantuvo hasta 1831 que abdicó a favor de su hijo, quien fue declarado diez años más tarde emperador del Brasil con el nombre de Pedro Segundo.
Pedro II reinó durante cincuenta años y su mandato resultó muy provechoso para la economía del país, toda vez que patrocinó numerosas expediciones con el fin de lograr fuentes de riquezas. Abolió en parte la esclavitud, favoreció la inmigración y el advenimiento de la República, en 1889 y en definitiva, reinó en forma justa, afirmando las bases de la futura grandeza brasilera.
Brasil es el cuarto territorio más extenso del mundo situado en la parte orienta del Continente Americano. Cubre casi la mitad de Sur América y tiene una población de 200 millones de habitantes aproximadamene. De este inmenso país dijo el escritor Stefan Zweig: “gracias a su virginidad y amplitud, significa para nuestro mundo apremiado, en parte ya cansado y agotado, una de las mayores esperanzas y, tal vez, la esperanza más justificada de nuestra actualidad”.
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