El 14 de septiembre de 1901 falleció el Presidente de los Estados Unidos, William Mc Kinley, tras un atentado perpetrado contra su persona ocho días antes de su muerte.
El magnicidio ocurrió en la ciudad de Búfalo por uno de esos fanáticos que también en su oportunidad acabaron con la vida de los Presidentes Abraham Lincoln y John Fitgerald Kennedy.
Mc Kinley llevaba cuatro años gobernando y su lugar en la primera magistratura estadounidense pasó a ocuparla Teodoro Roosevelt, miembro del Partido Republicano.
Otra figura presidencial de Estados Unidos, también víctima de magnicidio, fue Abraham Lincoln, poco antes de haber anunciado su apoyo al derecho de sufragio para los negros de Luisiana. Ante la posibilidad de que los negros adquirieran ese derecho, John Wilkes Booth, un famoso actor, disparó a Lincoln en el Ford's Theatre de la ciudad de Washington el 14 de abril de 1865. El presidente murió al día siguiente.
Lincoln figura entre los más grandes estadistas de Estados Unidos. Su personalidad humanitaria, sus brillantes discursos y su habilidad política garantizaron la salvación de la unión de los Estados que hoy conforman esa nación.
La siguiente y más reciente víctima de magnicidio fue John F.Kennedy, quien dentro de los planes electorales en busca de la reelección, viajaba por todo el país alabando las relaciones con los soviéticos, pero el 22 de noviembre de 1963, mientras era conducido en un automóvil descapotable por Dallas (Texas), Kennedy recibió varios disparos en la cabeza y en el cuello, a consecuencia de los cuales falleció. Una comisión encabezada por el presidente del Tribunal Supremo Earl Warren, llegó a la conclusión en septiembre de 1964 de que el único asesino había sido Lee Harvey Oswald, antiguo soldado estadounidense. Kennedy fue enterrado en el Cementerio de Arlington.
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