Culminó en Venezuela un movimiento cívico militar que dio al traste con la dictadura del General Marcos Pérez Jiménez y constituyó una Junta de Gobierno, con el triple propósito de salvar la unidad y sentido institucional del elemento militar, de satisfacer el clamor unánime de la población representada en todos sus sectores y de conducir a la República hacia una organización jurídica y política acorde con las prácticas universales de la democracia y del derecho.
Marcos Pérez Jiménez se impuso en el Poder durante diez años, se burló de los
partidos políticos, irrespetó la constitución del 46 y pisoteó los más
elementales derechos del hombre.
El movimiento cívico militar que lo depuso, designó una Junta de Gobierno, presidida
por el Contralmirante Wolfgan Larrazabal Ugueto. Esta junta cumplió su objetivo
con verdadero ardor venezolanista y los venezolanos pudieron disponer de una
nueva Constitución que alumbró para los venezolanos un sendero distinto sobre
el cual se jalonan gobiernos democráticos elegidos por la voluntad mayoritaria
del pueblo a través del voto universal y secreto.
Factor decisivo de la Revolución de Enero de 1958 fue la unidad irreductible de
los sectores de la vida activa nacional y de la ciudadanía en general. Gracias
a esa unidad fue posible afincar el sistema democrático. Cabe afirmar que
esa unidad se resquebrajó durante los últimos años a causa de las diferencias
banderizas que pugnan a cada instante y de manera irracional por la conquista
del Poder. Pero hoy parece surgir una reflexión enérgica para recuperar lo que
tanta sangre y sacrificios costó a sin número de venezolanos. Está viva
la esperanza o creemos que los sectores políticos al final tomarán conciencia
plena de sus responsabilidades patrióticas y minimizarán sus ambiciones
individuales en aras de lo que más conviene al ejercicio integral del derecho y
a la salvación y progreso de nuestros ingentes valores morales y materiales. (AF)
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