El 3 de abril
de 1897, murió el famoso músico alemán, Johannes Brahms, a la
edad de 64 años, en la ciudad de Viena, centro de sus grandes luchas y
triunfos. Los restos del ilustre compositor descansan junto de los de
Beethoven, sólo falta Bach para formar la trilogía que la posteridad ha
denominado como “las tres B”.
Brahms nació en Hamburgo, en el seno de una familia humilde y bajo la dirección
de su padre aprendió los rudimentos de la música. A la edad de 14 años ofreció
su primer concierto de piano y a los 20 inició una gira artística por Europa.
El genial y desdichado Roberto Schumann, en un súbito impulso
de su corazón generoso, escribió un entusiasta artículo en el que
anunciaba el advenimiento de un “Nuevo Mesías de la música”. También su esposa
Clara, días después de haber conocido a Brahms, escribió en su diario: “Este
mes (septiembre de 1853) nos ha traido la presencia de una persona maravillosa,
Brahms, un compositor hamburgués de 20 años de edad. He aquí nuevamente uno de
esos seres que parecen enviados directamente por Dios. Nos tocó sonatas, scherzos,
etc., de su creación, que mostraba si lugar a dudas su exhuberancia
imaginativa, profundidad de sentimiento y
dominio de la forma. Dice Robert que
no
encontró nada que indicarle acerca de suprimir excesos o
suplir defectos. Conmueve realmente verlo sentado al piano, con ese
interesantísimo rostro juvenil que se trasfigura cuando toca, y esas manos
bellísimas que superan las más grandes dificultades con perfecta docilidad. Ha
estudiado con Marsen en Hamburgo; pero la única explicación posible de la
maestría con que toco para nosotros es que el buen Dios lo ha enviado a este
mundo ya sabiendo”.
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