viernes, 24 de febrero de 2023

EL AÑO BISIESTO


            La expresión “bisiesto” procede de bis sexto calendas martias, nombre que los antiguos romanos daban al día 25 de febrero cuando el año era bisiesto, y en el que se intercalaban seis días antes de las calendas del mes de marzo.

            Calendas, para quienes poco sepan, es un vocablo con el cual los romanos en su calendario designaban los primeros días del mes.  Idus los mediados del mes y Nonas, el noveno día antes del mes.  Como eufemismo suele señalarse la menstruación como calendas purpúreas y calendas griegas al tiempo que no ha de llegar.

            Pues bien,  hoy 25 de febrero sería para los romanos del pasado un día bisiesto; sin embargo, el tiempo que todo lo cambia ha querido que no sea el 25 de febrero sino el año de 366 días el bisiesto por la razón de ser un año muy especial, distinto al ordinario que sólo cuenta con 365 días.

            Ese año de 366 días sólo lo vemos cada cuatro años. La idea de un año de 366 días cada cuatro años se le ocurrió, aconsejado por sus astrónomos, claro está, al emperador romano Julio César, dado que el calendario de entonces que era el del rey Numa Pompilio, presentaba un retraso con respecto al año solar.

            No obstante, esta idea juliana no solucionó el problema pues los astrónomos sacaron cuenta y observaron que se producía un error cada 128 años.  Fue entonces cuando apareció nuestro calendario actual o calendario gregoriano porque fue al papa Gregorio XIII, quien definitivamente estableció que el año bisiesto requería que las dos últimas cifras del número del año fueran divisibles por cuatro, pero que, además,  el año no terminara en dos ceros.  En este caso sólo se consideraría bisiesto si fuera divisible por 400.

            Por ejemplo, el año en curso no es bisiesto porque 01 no es divisible entre cuatro. Pero el año 2000 que tanto celebramos, aunque con algunos temores supersticiosos, fue bisiesto porque es divisible por 400, en cambio 1900 no fue bisiesto por no ser divisible por 400.  De todas formas se descubrió que nuestro calendario gregoriano no es tan exacto  con respecto al año solar pues, aunque muy remotamente, arrastra la diferencia de un día cada 4.000 años. 

 

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