El 19 de Noviembre de 1863, Abraham Lincoln pronunció su célebre discurso en el Cementerio de Gettysburg en el cual definió la democracia como “Gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo”.
Dos grandes ejércitos representantes del Norte y del Sur en la guerra civil, se habían trabado en combate en aquellos campos durante tres días cerca de Gettysburg. Al terminar la batalla, más de 20 mil soldados del Sur estaban muertos o heridos o desaparecidos. Las bajas del ejército del Norte ascendieron a 25 mil. Una segunda batalla victoriosa del Norte en Vicksburg, sobre el Mississipi, selló posteriormente el destino de los sureños y terminó finalmente la Esclavitud en Estados Unidos.
Alos muertos de Gettysburg se les decretó un cementerio nacional y Linconl fue invitado para su inauguración. Antes de Lincoln, habló el Gobernador de Massachussets durante dos horas. El discurso de Linconl apenas duró dos minutos:
“Hace 87 años –expresó Lincoln-, nuestros padres fundaron en este continente una nueva nación concebida en la libertad y consagrada al principio de que todos los hombres son creados iguales.
Nos hallamos ahora empeñados en una guerra civil en que se está poniendo a prueba si esta nación, o cualquiera otra nación igualmente concebida y consagrada, pues perdurar. Estamos reunidos en un gran campo de batalla de esta guerra. Hemos venido a dedicar parte de este campo a un lugar de eterno reposo de aquellos que aquí dieron la vida para que esta nación pudiera vivir. Es perfectamente justo y propio que así lo hagamos aunque en realidad, en un sentido más alto, nosotros no podemos dedicar, no podemos consagrar, no podemos santificar este suelo: los valientes que aquí combatieron –Los que murieron y los que sobrevivieron- lo han consagrado mucho más allá de la capacidad de nuestras pobres fuerzas para sumar o restar algo de esta obra.
El mundo advertirá poco y no recordará mucho lo que aquí digamos nosotros, pero nunca podrá olvidar lo que aquí hicieron ellos. A los vivos nos toca más bien dedicarnos ahora a la obra inacabada que quienes aquí lucharon dejaron tan noblemente adelantada; nos toca más bien dedicarnos a la gran tarea que nos queda por delante: que, por deber con estos gloriosos muertos, nos consagraremos con mayor devoción a la causa por la cual dieron hasta la última y definitiva prueba de amor; que tomemos aquí la solemne resolución de que, su sacrificio no ha sido en vano; que esta nación, por la gracia de Dios, tenga una nueva aurora de libertad, y que el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo no desaparezca de la faz de la tierra”.
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