El 28 de noviembre de 1820 terminó en Santa Ana la célebre entrevista de paz entre Simón Bolívar y Pablo Morillo iniciada un día antes tras haber ocurrido una serie de trámites y negociaciones. La entrevista quedó perennizada no solo por su trascendencia histórica sino por la erección de un monumento que los dos grandes protagonistas de la guerra iniciaron con la colocación ceremonial de una piedra de cuatro y medio quintales en el sitio escogido al efecto.
A la entrevista Bolívar y Morillo condujeron las luchas exitosas de los patriotas a favor de la independencia así como los desequilibrios internos del poder español. Su objeto fue una suspención temporal de hostilidades.
Creada la Gran Colombia y reconvenido Fernando VII a reconocer la Constitución de 1812 por el ejercito revolucionario de Rafael Riego, quien se sublevó en las costas de Cádiz, al Rey no le quedó más alternativa que tratar de disminuir la intensidad de una lucha tanto más perjudicial para la península que para América. Por eso el Rey instruyó a Morillo para promover negociaciones con los patriotas enderazados al restablecimiento de la paz en América.
La entrevista se inició en horas de la mañana del día 27 en la aldea de Santa Ana del Estado Trujillo y terminó al día siguiente. Una escolta compuesta por el escuadrón Húsares y cincuenta oficiales de rango, entre ellos; el general La Torre , formaban Séquito del Pacificador Morillo. O’Leary, edecán del Libertador y quien estuvo presente en la entrevista, cuenta a propósito que cuando él se presentó ante Morillo para comunicarle que el Libertador venía en camino y no tardaría en llegar, el general le preguntó: “¿Qué escolta trae Bolívar? A lo que O’Leary respondió: “Viene con un séquito de doce oficiales y no trae escolta”. “Bien – comentó Morillo – muy pequeña creía yo mi guardia para aventurarme hasta aquí; pero mi antiguo amigo me ha vencido en generosidad. Voy a dar orden a los húsares que se retiren”.
Bolívar y Morillo pasaron juntos bajo el mismo techo largas horas departiendo cordialmente y comieron y conversaron en relativa intimidad de Colombia y España y se despidieron al amanecer prometiéndose ambos eterna amistad.
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