viernes, 22 de noviembre de 2013

MUERTE DE KENNEDY

John F. Kennedy

            El  22 de noviembre de 1963, el mundo se paralizó consternado por la muerte de John Fitzgerald Kennedy,  trigésimo quinto Presidente de Estados Unidos del Norte de América,  vilmente asesinado desde lo alto de un edificio cuando se dirigía a Dallas en el automóvil presidencial, acompañado de su esposa. El asesino fue identificado como Lee Hervey Oswald, también muerto de un balazo por Jack Ruby al día siguiente cuando era trasladado a la Cárcel General.
            La  muerte de Kennedy fue llorada universalmente, acaso porque se veía perfilado como un adalid de la paz, en una concepción amplia, profunda, filosófica, ecuménica. Su pensamiento político en toda su amplitud, estuvo enmarcado en el sentimiento de la paz y por la paz.
Kennedy fue sepultado en el cementerio de Arlington después de la marcha del cortejo fúnebre en la que participaron más de un millón de personas, entre las cuales estaba el mayor grupo de estadísticas mundiales jamás reunido. Lyndon Johnson, quien lo sustituyó en la Presidencia, y los ex-presidentes Eisenhower y Truman, lloraron sobre la tumba. Valiente hasta el final, Jacqueline, su viuda, que siguió los pasos de la procesión fúnebre desde el Capitolio, encendió una llama eterna en su memoria y luego abandonó el cementerio apretando contra su pecho la bandera de Estados Unidos con la que el féretro había estado cubierto.


Sin la menor disonancia, sin la menor excepción, toda la prensa latinoamericana y del mundo expresó la mayor indignación y consternación ante el asesinato del Presidente Kennedy. La reprobación fue unánime, tanto en los órganos de derecha como de izquierda, y la filiación ideológica de los mismos se hizo sentir únicamente en el análisis de las repercusiones del acto o en la semblanza del presidente desaparecido.

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