miércoles, 13 de noviembre de 2013

MUERTE DE ROSSINI



El 13 de noviembre de 1868, murió el célebre Joaquín Rossini, magnifico compositor de óperas italiano, cuyas obras musicales, no obstante el tiempo transcurrido, no han perdido colorido dentro de lo selecto y elevado.
Presente en el recuerdo está Semíramis, con el alegre humorismo de sus notas velando los tonos trágicos de aquella bárbara y sangrienta leyenda de la princesa de Babilonia. Su obra maestra,Guillermo Tell, la inmortal ópera bufa El Barbero de Sevilla, el celopático Otelo, y tantas otras que escapan a este espacio.
¿Pero qué más sabemos de aquél viejecito bonachón, de pelo blanco, y negro bonete, que fue Rossini? Su biografía nos dice que iba de aldea en aldea, componiendo, ensayando y dirigiendo óperas en las que había de exhibirse algún artista local. Parte de su contrato indicaba que él debía aparecer al piano durante las tres primeras representaciones de cada nueva ópera. Finalmente recibía su miserable salario a cambio de un trabajo tan arduo como hilarante, asistía a una gran cena de despedida en su honor, en la que participaban todos sus nuevos amigos, es decir, todo el pueblo, y luego se encaminaba hacia la siguiente aldea para repetir la maravillosa operación”.
Tal fue la vida de Rossini entre los años 1810 y 1816. Después todo fue éxito hasta hacerse opulentamente rico. Su famosa overtura “Guillermo Tell” inspirada en la obra literaria del poeta Schiller fue elogiada por Bellini quien decía “que todas las demás óperas, inclusive las suyas, parecieran una obra de pigmeos”. Wagner sostenía que se adelantó a algunas de sus propias teorías musicales. Mendelssohn, Verdú, Berilos, lo alabaron sin reservas. Pero el público no entendió nada. En la actualidad se canta pocas veces, aunque algunos de sus pasajes son de sobra conocidos y han sido explotados en todos los medios sonoros.
Después que Guillermo Tell fue estrenada y aclamada en el Teatro de Opera de Paris, en 1829, Rossini declaró ante el asombro y la consternación de sus admiradores que dejaba de componer: “Un nuevo triunfo nada añadiría a mi fama; una caída podría disminuirla” 



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