El 17 de enero de 1600 nació en Madrid, Pedro Calderón de la Barca, última figura importante del siglo de oro de la literatura española.
Fue un joven violento e irreflexivo durante su juventud, soldado activo en la rebelión de Cataluña contra la Corona y sacerdote durante la vejez, llegando a ser capellán de la Catedral de Toledo y confesor del rey Felipe IV, quien le entregó el hábito de Santiago.
Pero antes que todo, Pedro Calderón de la Barca fue un dramaturgo, el más importante de su época después de la muerte de Lope de Vega. Su primera obra literaria, “Amor, honor y poder” fue montada en 1623 en la ocasión en que su amigo Velásquez fue nombrado pintor de la cámara del rey Felipe IV. Le siguieron “La dama duende”, “Casa con dos puertas, mala de guardar”, “No hay burlas con el amor” y “Cuál es la mayor perfección”, todas comedias de capa y espada, de enredo y de costumbres en las que el amor, el honor y los celos rigen situaciones, casi siempre equívocas, pero con resultado feliz.
Sobre la misma estructura de su comedia escribió dramas religiosos y trágicos en los que destacan “El príncipe constante y “El mágico prodigio”. “El médico de su honra” es uno de los más característicos. Pero el mejor de los dramas trágicos de Calderón es el “Alcalde de Zalamea”, donde un capitán rapta y fuerza a la hija del alcalde del pueblo. Éste ordena la detención del capitán y, como se niega a reparar su ofensa con el matrimonio, lo hace ajusticiar. Un general ocupa el pueblo de Zalamea con soldados y mantiene una dura controversia con el alcalde, no porque considere que el capitán no merezca el castigo, sino porque correspondía a él aplicarlo. Finalmente el propio rey aprueba la acción del alcalde.
Calderón también escribió dramas filosóficos. El más conocido es “La vida es sueño”, una de las obras de la literatura española de valor universal. Goethe, una de las figuras señeras de la literatura alemana, consideraba a Calderón como el gran genio del teatro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario