domingo, 15 de junio de 2014

GUERRA A MUERTE

El 15 de junio de 1813, Simón Bolívar dictó en Trujillo el terrible Decreto de Guerra a Muerte que hoy espantaría a la sociedad universal y cuya justificación aún discuten  políticos, militares  e historiadores.
            Durante la campaña libertadora de 1813, Bolívar recibió información de torturas y asesinatos en masa realizados por la soldadesca del rey:  “por todas partes encontraba nuestro ejército cadáveres mutilados de mujeres y niños, montones de hombres asesinados y jóvenes hermosas enteramente desnudas y expuestas a la lúbrica e impúdica vista de soldados, por haber sido saqueadas por aquellos salteadores”
            Las crueldades tenían culpables: Domingo de Monteverde, Francisco Cervériz, Antonio Zoazola, Pascual Martínez,  Lorenzo Fernández de la Hoz, José Yañez y Francisco Rosete.
            “…El templo de Dios vivo profanado, sus puertas hechas pedazos con la hacha homicida, sus naves salpicadas con sangre inocente, sus altares, ¡Qué horror, qué abominación! El lugar destinado al suplicio de las víctimas que sacrificó con su sacrílega mano el feroz e inmoral Rosete.  Tal es el espectáculo horroroso que he presenciado al llegar al desgraciado pueblo de Ocumare  (…) Antoñanzas inmoló 400 víctimas en San Juan de los Morro.  Los postes conservaban los brazos insepultos de aquello infelices…”
            He aquí lo que se decía en aquellos días tenebrosos y que llevó al Libertador el 8 de junio a exclamar en Mérida: “Nuestro odio será implacable la guerra será a muerte”, preludio de lo que sería en Trujillo con el llamado Decreto de guerra a muerte que finalizaba en los siguientes término de la siguiente manera: “…Españoles y canarios, contad con la muerte aun siendo indiferentes, si no  obráis activamente en obsequio de la libertad de Venezuela.  Americanos, contad con la vida, aún cuando seáis culpables”. 

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