viernes, 13 de junio de 2014

NATALICIO DE JOSÉ ANTONIO PÁEZ


13 de junio de 1790. En un apartado pueblo de Acarigua que antes perteneció a Barinas, nació José Antonio Páez, el venezolano que hizo de las pampas de su patria un baluarte en la lucha por la libertad y, el venezolano que también dio grandes lecciones de valor y de civismo a pesar de su escasa cultura y de su origen humilde.
A la edad de ocho años aprendió las primeras letras en Guama, del Estado Yaracuy. Luego un cuñado lo hizo bodeguero y lo aplicó con éxito en los menesteres de la agricultura. A la edad de 17 años era todo un peón de hatos que medía sus fuerzas con sus compañeros y que hacía alarde de sus músculos y del ingenio que lo trasformó en hombre superado para competir independientemente de sus patrones en la compra y venta de ganado.
La vida militar de Páez, desprovista de toda orientación académica, hijo del medio y de las circunstancias, comienza en 1810 al ponerse al lado de los patriotas que desde Caracas lanzaron el grito de independencia. Páez, aprendió mucho de la astucia de Boves y a la muerte de éste se posesionó de sus dominios y cumplió la enorme tarea de convencer a los hombres que sabían montar a lomo de caballo y soportar los rigores del sol y del hambre y orientarlos por el camino de la lucha patriótica. Los llaneros que siguieron a Boves hasta Urica, eran llaneros descarriados que no sabían con quién ni por que        luchaban, con Páez aprendieron los hombres del llano esa lección de patriotismo que defendieron con las lanzas y a fuerza de trotar por las sabanas. Las Queseras del Medio y  La Batalla de Carabobo son hitos que enaltecen a este guerrillero indomable de los Llanos.
 Fundada la Gran Colombia por Bolívar, en 1821, Páez  quedó como gobernante del departamento venezolano. En 1830, Venezuela declaró su separación de Colombia y recobró su status de República soberana, libre e independiente mediante una Constitución sancionada en Valencia por un Congreso que lo eligió en su primer presidente. En alternados períodos y en medio de convulsiones políticas desastrosas, Páez ayudo a caminar al país por la senda republicana. También como muchos benefactores de la patria transitó el sendero escabroso del exilio hasta que al fin en 1873 dejó de existir en Nueva York.  Sus restos fueron repatriados en 1888 y reposan actualmente en el Panteón Nacional.

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