La muerte del distinguido bardo venezolano que en sus poemas cantó las angustias y esperanzas de su patria, ocurrió trágicamente en México el 21 de mayo de 1955. Un accidente automovilístico le malogró la vida y se registró inmediatamente después de haber participado en un acto público conmemorativo del primer aniversario de la muerte de Luis Alberto Carnevali, su compañero y amigo.
El insigne poeta regresaba a su casa de Cuernavaca cuando un vehículo chocó contra su auto y ocasionó la tragedia. Su esposa doña Liliana Iturbe de Blanco que le acompañaba resultó con heridas graves. La noticia de su muerte causó honda conmoción en todos los círculos literarios, artísticos y sociales de Venezuela y América donde el poeta era admirado y donde su obra es objeto de la mayor aceptación. Andrés Eloy Blanco, murió a la edad de 58 años. Había nacido en Cumaná y desde joven se trasladó a Caracas, ciudad que quiso entrañablemente y donde alcanzó su borla de abogado y su renombre de poeta.
Además de poeta, Andrés Eloy Blanco sobresalió como un orador elocuente, de palabra fácil y florida, y como político de altura que desempeñó con acierto la Inspectoría General de Consulados, la Presidencia de la Cámara de Diputados, Presidencia del Consejo Municipal del Distrito Federal y el Ministerio de Relaciones Exteriores.
Andrés Eloy Blanco era dueño de un estilo personal muy propio. Su poesía fluida y de metáfora feliz hace que en 1923 obtenga con su Canto a España el lauro concebido por la Academia Española. En la lista de sus obras literarias sobresalen: Poda, Barco de piedra., Tierras que me oyeron, Baedecker 2000, Abigail, El Árbol de la noche alegre, Giraluna, Navegación de Altura, Vargas, el Albacea de la angustia y A un año de tu luz, que es una honda elegía a la madre muerta.
Al recordar hoy a Andrés Eloy Blanco, en el aniversario de su muerte, expresamos palabras de José Ramón Medina: “Recordamos a Andrés Eloy Blanco por los mismo que recordamos a Antonio Machado, a Miguel de Unamuno, a Federico García Lorca. No sólo por la poesía que crearon sino por la condición humana que impusieron y a veces antepusieron a la propia necesidad de la creación lírica. Por la responsabilidad que supieron asumir ante la historia y ante el pueblo.”
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