“La Doncella de Orleans” como ha sido llamada Juana de Arco, es una de las figuras más singulares y nobles de la historia francesa. Vino al mundo predestinada por fuerzas aladas para salvar a su patria, gran porción de ella dominada por los ingleses y borgoñeses.
La presencia de Juana de Arco se registra en la aldea campesina de Los Vosgos, 19 años antes de ser incinerada en la hoguera terrible de la inquisición. Era ella una afable y piadosa campesina que no sabía leer ni escribir, pero que sabía bordar, tejer y rezar oraciones a su santo devoto San Miguel.
A la edad de 13 años comenzó a oír voces divinas que le ordenaban luchar por la libertad de Francia. Abandonó su aldea y venciendo mil obstáculos convenció a Carlos VII, a la sazón Rey de la parte libre de Francia. Este quedó altamente impresionado de la intuición, mística y decisión conmovedora de la doncella y la puso al mando de tropas que debían auxiliar la plaza de Orleans casi en poder de los ingleses. Tras diversas operaciones, Juana de Arco libró la importante plaza y fue a buscar al Rey Carlos VII para conducirlo al Reino, en cuya catedral se consagraban todos los Reyes de Francia. Para esto tuvo todavía que librar más batallas atravesando territorios en poder de enemigos. En todos los terrenos venció y mientras los ingleses la tildaban de aliada del diablo, los franceses que veían en ella la salvación, la llamaban la mensajera divina.
Coronado el Rey, Juana de Arco pidió a este la dejara en su hogar, pero él se negó y ella siguió al frente del ejército; no obstante, al tratar de tomar la plaza de Paris, fue herida y desde entonces comenzó su calvario. Traicionada y desasistida del Rey cuando más le necesitaba, terminó en poder de los ingleses, quienes la acusaron de impía y la entregaron a un Tribunal Eclesiástico para ser juzgada. En la vieja Plaza del Mercado Ruan quedaron las huellas de su martirio. El 30 de mayo de 1431, las llamas abrasaron su cuerpo y sus cenizas arrojadas al río Sena. Veinticinco años después fue declarada inocente, beatificada y santificada. También “La Doncella de Orleans” ha sido declarada heroína de Francia y su imagen, altísima inspiración de pintores, escultores, poetas, escritores y cineastas, perdura por los siglos. La escultura de Henri Chapu es la expresión más viva de su misticismo heroico y la película que protagoniza la sueca Ingrid Berman el mejor reflejo de su conducta de mujer predestinada.
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