El 20 de mayo de 1790, por bula del Papa Pío VI, fue creado el Obispado de Guayana, el cual abarcaba las provincias de Guayana, Cumaná y Margarita. Fue a solicitud de don Carlos IV, rey de España, que el Sumo Pontífice de la época dispuso la creación de esta diócesis en razón de la enorme distancia que separaba la región de la jerarquía católica de Puerto Rico.
De todas maneras, la Diócesis de Guayana pasó a depender del arzobispado metropolitano de Santo Domingo. Pero el Arzobispado de Santo Domingo dejó de existir 1795 por la cesión de esta isla a Francia conforme al tratado de Ryswick. Por tal razón, los Obispados de Caracas y Guayana quedaron sin metrópoli hasta que, en 1803, la sede episcopal de Caracas fue elevada a la categoría de metropolitana, entonces la Diócesis de Mérida y Guayana quedaron sufragáneas de la de Caracas.
Como titular de la Diócesis de Guayana, el Sumo Pontífice designó a Monseñor Francisco de Ibarra y Herrera (en la foto), pero como el Obispado que se creaba carecía de cabildo y sólo contaba con dos clérigos para asistir al obispo con títulos de canónigos y en razón también de que los diezmos no alcanzaban para su sostén, el rey dotó al obispo con cuatro mil pesos fuertes, y cada canónigo con seiscientos, provenientes de las Cajas reales.
Monseñor Ibarra, nacido en Guacara, Estado Carabobo, el 19 de septiembre de 1726 y fallecido en Caracas la misma fecha de su natalicio, pero de 1806, se dedicó con mucho empeño a organizar la Diócesis de Guayana y en el curso de su gestión previó la construcción de una catedral de nueva planta, echó las bases del Seminario de Guayana y ordenó sacerdotes nativos en su propia diócesis. Pero el clima de Guayana no asentaba bien al prelado y deprimido presentó su renuncia en cuatro oportunidades, mientras autoridades civiles y eclesiásticas del centro lo proponían para obispo de Caracas, lo cual se cumplió en 1798. Pasará luego a ser Arzobispo, el primer venezolano en alcanzar tal dignidad, quedando Guayana y Mérida como sufragantes de éste. De Caracas vino a sucederlo en Guayana, Monseñor García Mohedano, el primero en tener una sementera de café en Chacao.
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