José Antonio Páez, uno de los soldados más ilustres de la Independencia, líder de la separación de Venezuela de la Gran Colombia y quien gobernó al país e influenció en su política durante diecisiete años, fue desterrado el 23 de mayo de 1850 por el entonces Presidente de la República, José Tadeo Monagas, el mismo general a quien él ayudó con su prestigios a escalar el poder.
Páez se rebeló contra Monagas porque éste dio participación en su gobierno al Partido Liberal y posteriormente cometió un atentado contra el Congreso Nacional en venganza porque la diputación de Caracas lo acusó de despilfarrador de los dineros públicos y de infringir las leyes nacionales.
El atentado contra la soberanía del Congreso que costó la vida a varios diputados, entre ellos, Santos Michelena, José A. Salas, Juan García y Francisco Argote, produjo honda reacción en la ciudadanía y una cadena de sublevaciones que comenzó con la de Calabozos encabezada por el General Páez. El Presidente, su hermano José Gregorio y Mariño tomaron el mando de las fuerzas del Gobierno y derrotaron a Páez en los Araguatos. Páez se refugió en Nueva York.
De regreso a Venezuela por las costas de Coro para emprender nuevamente la lucha contra Monagas, Páez volvió a ser derrotado. Hecho prisionero, fue encarcelado en el castillo San Antonio de Cumaná y en 1850 embarcado a bordo del vapor El Libertador y llevado a Nueva York, ciudad que le tributó caluroso recibimiento. Páez desapareció de la escena política venezolana por espacio de once años, al cabo de los cuales los conservadores retornaron al poder y le entregaron el mando. Volvió a gobernar durante los finales y azarosos días de la Revolución Federal y ya anciano abdicó el poder y se exiló en Nueva York, donde murió el 6 de mayo de 1873. Sus restos fueron repatriados en 1888 y reposan en el Panteón Nacional.
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