Este médico psiquiatra que revolucionó la ciencia con su teoría y método del psicoanálisis, nació en Austria el 6 de mayo de 1856, del seno de una familia de origen judío y su profesión comenzó a ejercerla en un hospital para enfermos nerviosos de la ciudad de Paris.
De sus observaciones profundas emergió su famosa técnica del psicoanálisis. Freud observó que para desenmascarar el inconsciente disfrazado de neurosis, bastaba con ayudar al enfermo a mirar dentro de sí mismo, partiendo de la base de que éste siempre sabe cuál es el origen de su mal, aunque ignora que lo sabe. Para ello se valió de los actos fallidos, de la libre asociación y de la interpretación de los sueños. Esto último es sumamente revelador, puesto que los sueños son, en ante todo, la realización de nuestros deseos inconfesados y rechazados en lo inconsciente.
Freud escribió “Interpretación de los sueños”, texto con el cual virtualmente surge el Psicoanálisis, que al principio sólo perseguía comprender algo de la naturaleza de las enfermedades nerviosas con miras a su tratamiento.
Los neurólogos de la época de Freud habían sido formados en la sobreestimación de los hechos químicos y patológico-anatómicos. Con el factor psíquico no sabían qué hacer. No podían aprehenderlo. Lo abandonaban a los filósofos, a los místicos, a los curanderos y, por lo tanto, no se arrojaba luz en los secretos de las neurosis.
Las teorías de Sigmund Freud fueron muy combatidas durante su época y para justificarlas escribió una serie de obras admirables por su penetración y originalidad, entre las que destacan, además de la citada, “Psicopatología de la vida cotidiana”, “Tótem y Tabú” “Más allá del principio del placer” y “Moisés y el monoteísmo”. Freud murió en Londres. Había sido expulsado en 1938 por los nazis que invadieron su patria.
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