El 23 de diciembre de 1963, a la edad de 69 años, falleció en su domicilio de la ciudad francesa de París, Tristán Tzara, fundador del movimiento artístico y literario denominado “dadaísmo” y que se caracterizó por su oposición al arte sentimental y convencional. El dadaísmo catalogado de absurdo e irracional, se extinguió en el año 1921 y los entusiasta seguidores de este movimiento quedaron sumergidos en el surrealismo.
Tristán Tzara fue una de las figuras más originales de las letras francesas. Había nacido en Rumania, realizó estudios en Suiza y se estableció desde muy joven en la ciudad de Paris.
Su movimiento, marcadamente antiliterario, emergió en Zurich en 1916 y de él surgió posteriormente el surrealismo que tuvo gran auge entre las dos guerras y del cual en la actualidad se ven surgir nuevos brotes. Tzara ilustró sus ideas con obras como “La primera aventura celeste”, “25 poemas” y “Cinema, calendario del corazón abstracto”. Posteriormente, dejado un poco a la sombra por el surrealismo de Andre Bretón, publicó varios libros, entre los más conocidos figuran “El hombre aproximativo” y “El signo de vida”. Tzara dijo haber hallado un libro inédito de Rabelais en la biblioteca del Museo de Chantilly que trató de editar, pero en 1963, murió, tres años antes, había recibido el premio de poesía de Teormina.
La fecha de hoy nos recuerda también, a la inversa, el nacimiento de San Ignacio de Loyola, hecho ocurrido el año 1491 en Guipúzcoa de España. Loyola fundó la Compañía de Jesús y durante los primeros años de su vida agitada recibió una herida en la pierna, en el sitio de Pamplona que lo mantuvo inmóvil durante muchos meses, ocasión en que la lectura de los místicos produjo en su ánimo una total crisis de conciencia y despertó su vocación religiosa.
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