martes, 17 de diciembre de 2013

FINAL DEL LIBERTADOR



                      El 17 de diciembre de 1830, Simón Bolívar, genio de América y  libertador de seis naciones (Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia y Panamá), expiró en la Quinta de San Pedro Alejandrino del pueblo de Santa Marta, Colombia.
                      Fue su última la batalla, la que dio contra la muerte hasta ser vencido. Ya con el Congreso Admirable presidido por Sucre y la entrega del mando de la Gran Colombia al general Domingo Caicedo, había terminado su carrera militar y política. Entonces  decidió  retirarse a la vida privada,  sin fuerzas, enfermo y con un pie en la tumba.
                      En una casa pequeña, blanca y desnuda, cerca de la playa, perteneciente al hispano Joaquín Mier, terminaron los último días  de Bolívar, bajo los cuidados de un médico francés, con quien, cuenta la historia, sostuvo el siguiente diálogo: -¿Y usted, qué vino a buscar a estas tierras? - La Libertad. –Y ¿la encontró?  -Sí, mi General.  –Bien, usted es más afortunado que yo, pues todavía no la he encontrado. Con todo vuélvase usted a su bella Francia en donde ya está flameando el pabellón de la libertad. Aquí en este país no se puede vivir: hay muchos canallas!  -¿Le agradaría ir a Francia?   -De todo corazón, señor.  -Pues bien,  doctor, póngame usted. bueno e iremos juntos.
              Pero Bolívar no pudo mejorar ni ir a Francia sino que regresó a los profundo de la tierra un día de diciembre, a la una y siete minutos de la tarde.  A la edad de 47 años, 4 meses y 23 días, expiró el último aliento de vida. Murió dentro  de las tradiciones de su casta - escribió Emil Ludwig.  Pero su última proclama a los colombianos, dictada en aquellos días, no tiene ningún acento tradicional, ella es combativa, viril, agresiva.   Días antes había resumido su vida con esta frase monumental: “Los tres grandes majaderos de la humanidad hemos sido Jesucristo, Don Quijote y yo”.

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