Entrada la Segunda Guerra Mundial en la etapa final con su secuela de destrucción, enfermedad y muerte, cuando al gran Führer, Adolfo Hitler, se le venía el mundo encima. Desde su bunker subterráneo dirigía las últimas operaciones de guerra y tercamente se resistía a una capitulación hasta que el 29 de abril de 1945, acosado por los rusos, decidió redactar su testamento político y suicidarse junto con su esposa Eva Braun y el ministro de propaganda José Goebbel. Después, su cadáver, al igual que el de sus acompañantes, fue rociado con gasolina e incinerado, mientras los rusos penetran en Berlín.
Adolfo Hitler nacido en Austria, era hijo de un funcionario de Aduana que le proporcionó una educación incompleta porque el muchacho estudiaba muy poco. Quiso ser artista plástico, pero su talento daba sino para acuarelas muy pobre. Se alistó en el ejército y no pasó de cabo y cuando Alemania desató la Primera Guerra Mundial, salió pronto de combate a causa de una herida.
En 1919 fundó el Partido Nacional Socialista de los Trabajadores Alemanes y tomó como bandera política la denuncia del Tratado de Versalles. Intentó entonces derrocar al Gobierno y fue condenado a prisión por cinco años, pero sólo estuvo ocho meses en cautiverio gracias a una amnistía general. En la cárcel escribió su libro “Mi Lucha” que define su programa y proclama el social-nacionalismo.
El vertiginoso auge de su partido lo llevó al sitial de Canciller y a la muerte de Hindenburg, asumió el título de Führer. Inició una política exterior agresiva y emprendió una vasta reorganización política, económica y social tendente al control de todos los resortes de la vida pública y privada de Alemania. En sucesivos pasos fue reivindicando los pretendidos derechos de Alemania en zona limítrofe hasta que estalló la guerra en 1939. Después de ganar grandes batallas, cometió el error de invadir Rusia y ello precipitó su derrota al entrar Estados Unidos en la Guerra.
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