La Semana Santa concluye el Domingo de Resurrección con la quema de Judas Iscariote, apóstol que traicionó a Jesús ante el Sanedrín. Descrito como codicioso y deshonesto, se suicidó colgándose de una soga; sin embargo el pueblo católico lo quema pensando tal vez que los traidores van directamente a las llamas del infierno.
Venezuela, por herencia hispana, es consecuente con esta tradición de la quema de Judas, pero más que en el centro de las ciudades, es en los barrios y en los pueblos rurales donde se prepara y tiene lugar este simbolismo de la Semana Santa que representa la vindicta contra quien fuera uno de los asistentes de Jesús para difundir y sentar las bases del cristianismo en el mundo.
Cuenta la historia que Judas Iscariote, quien junto con los demás apóstoles seguía al maestro, perdió la fe en su palabra y anidó avaricia y ansia de poder. Él, que quería ver a Jesús como Rey triunfante ofreciendo dinero y poder, se desmoralizó al verlo perseguido predicando tan sólo libertad, justicia y verdad.
Judas no creía en estas palabras y desilusionado pensó que poco se perdería con entregarlo a los romanos y de paso ganarse unas cuantas monedas. La traición en el Monte de los Olivos se cumplió con un beso en la mejilla, pero Judas nunca imaginó que su traición suponía la tortura y la muerte de Jesús tal como si fuera uno de esos delincuentes amarrados en la cruz a lo largo de la vía Apia. Por eso al percatarse, se angustia, arroja al templo las monedas con las cuales los romanos pagaron su vileza y termina colgándose de un árbol.
El arrepentimiento y autocastigo de Judas no han sido, sin embargo, suficientes para aplacar el constante sentimiento de rechazo de los cristianos a su traición y falta de consistencia moral para afrontar los peligros y seguir adelante en la prédica de la verdad y la justicia. Los hombres justos del mundo jamás han perdonado a Judas y el Domingo de Resurrección es fecha propicia para demostrarlo confeccionado un símil de paja que queman después de colgarlo en sitio público. De esta forma simbólica se estigmatiza en el tiempo a quien no supo ser apóstol de la verdad y la justicia.
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