El 29 de octubre de 1816, fue decapitado el sabio colombiano, Francisco José de Caldas, tras haber sido apresado por los realistas que mantenían una férrea persecución contra los americanos enemigos del status hispano.
Francisco José de Caldas, no solamente ocupa sitio de honor entre los hombres que lucharon por la independencia de Nueva Granada, sino que la ciencia lo registra como uno de sus más estudiosos y fructíferos aliados, pues investigó con profunda dedicación la geografía y la botánica latinoamericanas.
Nació en Popayán en 1768. En su ciudad natal estudió con José Félix Restrepo y en Bogotá en el Colegio del Rosario se doctoró en Jurisprudencia. En 1793, al regresar a Popayán decidió dedicarse a la Astronomía, las Ciencias Físicas y las Matemáticas.
Dotado de una vasta cultura adquirida con gran esfuerzo, llegó a ser Director del Observatorio de Bogotá. Acompañó a Humboldt y Bonpland en los viajes científicos realizados por América. Participó en la expedición botánica del astrónomo y botánico español José Celestino Mutis y coleccionó un herbario de 6.000 especies. Escribió el Prefacio del volumen “Geografía de las plantas”, de Alejandro de Humboldt. Asimismo redactó un cuadro geográfico de Nueva Granada y su obra “Estado de la geografía del virreinato de Santa Fe de Bogotá” es considerada como la más completa de su época.
En el periódico “El Semanario” editado por él mismo, divulgaba sus trabajos científicos y en sus incursiones por el campo de la física había de tropezar con el medio de medir la altitud de un lugar. Así conocimos el hipsómetro en 1801, instrumento que sirve para medir la temperatura de un lugar determinado a que hierve el agua en dicho lugar.
En 1812, asumió tareas militares que lo llevaron a refugiarse en Antioquia, donde montó fábricas de pólvora, nitrerías, fundición de cañones y máquinas de taladrar fusiles. Fundó una Casa de la Moneda y una academia de ingenieros militares. Regresó a Bogotá para establecer una escuela militar, pero pronto debió emigrar al sur por la situación de guerra que vivía el país con tan mala fortuna que fue apresado y condenado a muerte sin que sus jueces le permitieran una tregua para terminar los trabajos inconclusos de su expedición botánica.
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