A raíz de la Guerra civil a que dio origen la insurrección militar contra la República, Francisco Franco, fue designado por la Junta de Defensa Nacional, generalísimo de las fuerzas militares sublevadas y jefe del gobierno, por lo que el primero de octubre de 1936 asumió esos cargos y se proclamó también jefe del Estado.
Favoreció y fortaleció a Franco en el ejercicio pleno de los poderes, una serie de sucesos casi concatenados, como la muerte en accidente de aviación del general Mola que lo liberó de un posible competidor y el fusilamiento en la cárcel de José Antonio Primo de Rivera, fundador de Falange Española.
Con el pretexto de superar las divisiones en el seno de las fuerzas políticas colaboradoras con el alzamiento militar, el 19 de abril de 1937 promulgó un Decreto de Unificación que unía a Falange con los tradicionalistas (carlistas) y ponía bajo la jefatura directa del caudillo la Falange Española Tradicionalista y de las Juntas de Ofensiva Nacional-Sindicalista.
Sin haber finalizado la contienda, Franco presidió el 30 de enero de 1938 el primer gobierno de su larga dictadura. Desde que terminó la guerra el 1 de abril de 1939 y hasta su muerte ocurrida el 20 de noviembre de 1975, monopolizó todos los poderes hasta junio de 1973, cuando por primera vez cedió la jefatura del gobierno a su alter ego, el almirante Luis Carrero Blanco.
El fallecimiento de Franco propició de alguna manera en 1975, y sin que el dictador se lo hubiera propuesto, la monarquía democrática bajo el reinado del nieto de Alfonso XIII, Juan Carlos I, poniendo de manifiesto la inviabilidad del “franquismo sin Franco”. El proceso posterior al deceso del general se conoce como transición a la democracia. (AF)
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