miércoles, 23 de octubre de 2013

LA ERA DE LA TOLERANCIA

Enrique IV
El 23 de octubre de 1685,  el rey de Francia de  Luis XIV  acabó con la era de la tolerancia, la era de la convivencia, la era del respeto por las ideas y el sentimiento religioso, al revocar después de 87 años el Edicto  de Nantes.
Nantes, ciudad de Francia, actual capital del Departamento de Loira, muy conocida por su acervo artístico y cultural,  museos de historia natural, de arte y arqueología y por su gran catedral que data del siglo quince,  fue testigo de dos actos reales que incidieron profundamente  en la vida de Francia: el del rey Enrique IV al dictar y promulgar el Edicto por el cual se otorgó a los hugonotes libertad para practicar sus creencias religiosas, ejercer los derechos civiles, desempeñar cargos públicos y otras concesiones, y el del rey Luis XIV, revocándolo.
Los hugonotes eran secta protestante de Francia que surgió de las enseñanzas de Calvino y vivían enguerrillados contra el catolicismo que para la época acaudillaba la noble familia de Guisa. Los jefes más distinguidos de los hugonotes o calvinistas eran el rey de Navarra, el príncipe Luis de Conde y el almirante Cooling .
Históricamente el Edicto de Nantes es considerado como un decreto de hábil actitud política de Enrique IV,  pues con él se liquidó una anarquía de treinta años a favor de la paz y estabilidad  del reino. Se ha dicho también del Edicto de Nantes que merecía ser principio de una época de la historia del mundo, porque inauguraba la era de la tolerancia. Para comprender bien su importancia, es preciso recordar la situación religiosa en los demás estados de Europa.
 Antes del Edicto de Enrique IV, en toda Europa los súbditos estaban obligados bajo pena de destierro, cuando no de muerte, a practicar la religión de su soberano.  Francia fue la primera nación que adoptó el régimen de la libertad religiosa. Por desgracia, la intolerancia debía tomar calor un siglo más tarde y obtener de Luis XIV la revocación del edicto del Nantes.


Con la revocación del edicto que impidió a Francia continuar obrando según su conciencia, más de 200 mil hugonotes renunciaron fortuna, hogar, patria y arriesgaron libertad y vida para salvar su fe. Ellos fueron un elemento de fuerza y prosperidad en los países que le dieron asilo como Inglaterra y Holanda.

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