El 26 de octubre de 1908, nació en Barcelona del Estado Anzoátegui, Miguel Otero Silva, periodista, escritor, poeta, humorista y político, quien junto con sus compañeros de estudio Rómulo Betancourt y Jóvito Villalba, entre otros políticos e intelectuales, integró la llamada “Generación del 28” caracterizada por el formidable papel que hubo de cumplir en la arena política venezolana en aras de la democracia y las libertades públicas.
Bajo la tutela de su padre, el empresario Enrique Otero Vizcarrondo, fundó el diario “El Nacional” que desde el 3 de agosto de 1943 se mantiene como paradigma del periodismo moderno venezolano, siempre atento y activo en los avances tecnológicos en esa materia.
Estudió ingeniería en la facultad respectiva de la Universidad Central y no obstante haber concluido sus materias, nunca acudió a recibir el título, al parecer se dio cuenta que había tomado un camino que no podía conducirlo al pedestal de las letras, a donde precisamente quería llegar como realmente ocurrió.
Empezó a escribir en 1925 cuando publicó en la revista Elite “Estampa”, su primer poema, y se le abrió la vena de humorista que casi siempre subyace en el alma de todo oriental. Lo envuelve la política, conspira contra el régimen de Juan Vicente Gómez y se refugia en Las Antillas para desde allí enrolarse en aventuras románticas como la toma del Fuerte de Ámsterdam en Curazao junto con Rafael Simón Urbina y Gustavo Machado.
La caída del Dictador de Venezuela y la apertura democrática del Presidente Eleazar López Contreras lo obligan al retorno. Escribe en el diario “Ahora” versos humorísticos y el gobierno, al comprobarle militancia comunista, lo exilia en México de donde emprende correrías por Estados Unidos y Colombia hasta que asciende al Poder Isaías Medina Angarita que inaugura un tiempo de libertades que le permite no sólo publicar sus libros, sino fundar periódicos como El Morrocoy Azul y finalmente El Nacional que se ha hecho perdurable al igual que su nombre a través de obras como Fiebre, Casas Muertas, que lo favoreció con el Premio Nacional de Literatura; Oficina No. 1, La Muerte de Honorio, Cuando quiero llorar no lloro, Lope de Aguirre príncipe de la libertad y La Piedra que era Cristo, entre otras de poesía y de estampas humorísticas. Murió en Caracas el 28 de agosto de 1985.
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